La escasez de conductores es un problema que se vive a nivel mundial y ahora se ha acrecentado, una vez que se han dejado atrás los momentos más difíciles de la pandemia y que la recuperación económica se va encauzando.
Reino Unido ha sido uno de los primeros países europeos en notarlo y muchas tiendas y supermercados están sufriendo problemas de desabastecimiento debido a la falta de conductores profesionales. Estados Unidos también se enfrenta a esta escasez y las empresas buscan desesperadamente conductores en el extranjero ante el aumento de los pedidos online.
Una situación que podría llegar a España a corto plazo si el Gobierno y las Comunidades Autónomas no aplican medidas para combatir la falta de personal cualificado en las empresas de transporte.
Una encuesta reciente de la Organización Internacional del Transporte (IRU) revela que la falta de formación es una de las principales causas y, por ello, es necesario que se invierta en la enseñanza de nuevos profesionales, financiando y haciendo más accesible la obtención de los permisos que se requieren para conducir un vehículo pesado.
Castilla y León ya lo ha hecho y ha lanzado un proyecto piloto para fomentar la empleabilidad en el sector, sufragando hasta el 75% del coste de la obtención de los permisos C y C+E y del CAP. Este modelo podría ser un ejemplo a seguir en el resto de CC. AA. y, sin duda, ayudaría a atraer a los jóvenes y aquellas personas que están interesadas en la profesión, pero tienen dificultades para hacer frente a los gastos que implica.
Otro de los aspectos que contribuirían al descenso de esta escasez es la prohibición de la carga y la descarga, una de las reclamaciones históricas de la CETM, puesto que mejoraría las condiciones de trabajo y haría más atractiva la profesión.
Desde la CETM consideramos que es urgente que, tanto el Gobierno central como los Gobiernos autonómicos, busquen soluciones para el transporte de mercancías por carretera, puesto que el sector es vital para el abastecimiento de la población y el funcionamiento de la economía. Si la escasez de conductores sigue acrecentándose, las consecuencias podrían ser demoledoras.